miércoles, 22 de julio de 2009

Cuatro horas de paro

Cinco de la mañana. Las calles amanecieron mojadas, el ambiente es húmedo. Hay gente en el paradero tiritando de frío y la llovizna continua. No hay transporte público todavía a excepción de los taxis que estaban una tras otra, a la espera de ofrecer una mejor oferta que el taxi anterior, a las personas que tenían prisa de llegar temprano a sus labores. Pero los precios no eran los más razonables.

De San Martin de Porres hasta el Ovalo de Santa Anita la tarifa era 30 soles. Pero la persona que preguntó no fue tonta, pues llegó a un acuerdo con el chofer, le dijo que si conseguía tres puntas más que iban al mismo destino le cobraría 10 soles por persona; así que este personaje no dudó y llamó alzando la voz, mismo cobrador: alguien va hasta el Ovalo de Santa Anita?. Varios corrieron a su grito, pero solo se fueron cinco a seis soles cada uno.

Una hora después salieron las combis, las de la ruta “Acho – Vitarte”. Apenas la gente avizoró uno, se fueron en mancha a treparse de él, pero lamentablemente solo llegan a subir los más osados, olvidándose por un momento del respeto por los mayores y en otros aspectos también.

Fueron pasando los minutos y la gente empezó a llamar a sus respectivos trabajos para excusarse por la tardanza, otros decidieron caminar hasta el puente Universitario para probar suerte de que pase algún carro que lo lleve a su destino o cerca de él. Pero siempre volteando de rato en rato para ver si pasaba alguna combi con cupo aún.


Después de un rato, de repente empezaron a salir los carros entre buses y custers de diferentes líneas, aunque no todas. Ya era un alivio. Muchas personas empezaron a detener su paso para alojarse en las esquinas y tomar el primer micro que las dejará al menos cerca de sus instituciones laborales. Y así termino el recuento de cuatro horas de un paro anuciado pero no pronunciado.

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